SOBRE EL MIEDO

No tengas miedo, le dice el que no tiene miedo, al que tiene miedo. Y el miedo del que teme, aumenta un grado, porque el miedo es como las cosquillas, quien lo padece no quiere ni oír hablar de ello, porque la sola mención ya es un riesgo. Vamos, no tengas miedo. Y el miedo sube otros cinco grados.

No tengas miedo, y esa frase, dicha en público y bien alto, es como un foco potente que ilumina al temeroso, para que todos lo vean. Vamos, venga, si no pasa nada, y el miedo del que tiene miedo sube 10 grados, o sea 50 grados Fahrenheit , o 283 grados Kelvin, que, por número, es lo que se ajusta mejor a su sentimiento: su miedo sube a lo máximo.

En ese momento, lo mejor es cerrar los ojos para no ver y que desaparezcan las causas, motivos, alturas, abismos, movimientos, razones o sinrazones que le causan temor. Pero sobre todo, para que desaparezcan , vamos, venga, quienes le piden que no tenga miedo, venga , desde esa sonrisa , vamos, ajena por completo, a la soledad infinita, al sufrimiento infinito del que se caga de miedo.